In one person

Review by New York Times Review

"We are formed by what we desire," says Billy Dean, the fatherless narrator and chief hero of John Irving's 13th novel, "In One Person." Irving likes to track his characters over long stretches of time. "In One Person" begins in the mid-1950s, when Billy is 13, and shadows him until he is in his late 60s, in 2010. As a work of fiction, it is true to the way we recall our lives rather than the way we actually live them; we live in linear time - we have no choice - but the curve of our memory is never a straight line. Happenings that lasted an hour can obsess us for years. Years of our lives can be forgotten. "In One Person" is a story about memory. Inevitably it is also a story about desire, the most unsettling of our memories. And it is a story about reading yourself through the stories of others. The novel opens with a classic Irving pleasure/pain sequence that makes you laugh out loud even as it awakens your sympathy for the hapless vulnerability of young Billy Dean. Billy is in the town library of First Sister, Vt., hopelessly infatuated with the librarian, Miss Frost. He is clutching a copy of "Great Expectations." "'There are a lot of books by Charles Dickens,' Miss Frost told me. 'You should try a different one, William.' . . . "Miss Frost's second reference to me as William had given me an instant erection - though, at 15, I had a small penis. . . . (Suffice it to say, Miss Frost was in no danger of noticing that I had an erection.)" Billy then confesses his pronunciation problems to us; "penis" comes out as "penith," to rhyme with "zenith." "I go to great lengths to avoid the plural," he says. Miss Frost knows nothing of Billy's sexual anguish as he tries to check out "Great Expectations" for the second time. Billy knows that only two things matter to him at 15 - to be a writer, and to sleep with Miss Frost - "not necessarily in that order." Irving's characters often want to be writers (T.S. Garp, Ruth Cole), and there are always powerful literary preoccupations running through the novels. "Great Expectations" has long been a core text for Irving's fascination for children without parents, usually fathers - but the model for "In One Person" is really Shakespeare's "Tempest." First Sister boasts an enthusiastic amateur dramatic society accustomed to staging Agatha Christie mysteries in dreadful wigs. When handsome Richard Abbot is hired at Billy's school, Favorite River Academy, he decides the best way to teach the boys Shakespeare is to perform it. As Favorite River is an all-boys school, the female parts are offered through the town, allowing Irving to jumble his worlds and his characters together, just as Prospero does in "The Tempest," giving plenty of opportunity for comic collision as well as psychological insight. Miss Frost, banished like a latter-day Caliban to the musty town library, is reintroduced to the boys of Favorite River with interesting consequences. It turns out she was one of them in her younger days: Big Al, undefeated wrestling champion, 6-foot-2 in her socks, now choosing to live as a woman. The grown-ups know, but nobody really wants to know: First Sister is a small town. When Billy finally sleeps with Miss Frost for the first time, he believes she is a woman. When he returns for more, he knows she is a woman with a penis. Desire and its unsettlements of the soul are as central to John Irving's work as lost fathers. You could say that our sexual longings are compensatory, and that desire for what is forbidden or taboo is part of the long detective hunt for what we have lost and can never find. Perhaps - but reading Irving, it seems to me that what he is saying about desire outside of the missionary position (a psychic attitude, not a physical preference) is never an apology, nor an explanation. Desire is democratic; we fall for the wrong people, across age, class, color, gender. Desire is difficult; it messes things up. Desire is defiant; our desires square off against our assumptions, our morality, our ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿onscience and our notion of who we are. There is no doubt that Irving thinks this is a good thing. He is not simplistic, though, not ever. He understands that we don't always act on or act out our desires. Sometimes we just suffer in silence. Yet he also realizes that the shock to our selfknowledge, or our lack of it, remains the same either way. Billy's lumberyard grandpa has been a female impersonator all his life, and although he isn't interested in becoming a woman, or in sleeping with men who have become women, his straightforward acceptance of who he is gives Billy courage through his own sexual crises and adventures. Billy is bisexual. He enjoys women, and his best friend, Elaine, is his sometime sexual partner. There's plenty of discussion in the novel about how hostile either sex can be to bisexuals. Can you trust them? Why can't they make up their minds? This is painfully described as Billy hits the AIDS crisis in the 1980s. Irving isn't a moralizing writer, but he is a moral one. Billy's friend Tom lies about his sexuality, thus infecting his wife with H.I.V. and destroying the lives of his children. The most troubled and baleful character in the novel, desired by all, desiring none, is the schoolboy wrestler Kittredge. Think of Bentley Drummle from "Great Expectations," on steroids: he's got the body of a Greek god and the tongue of a viper, and at least in the narrative's early years, he uses heterosexuality like a weapon. THE truthfulness of Miss Frost and Grandpa Harry set against the dishonesties of Tom and Kittredge, of Billy's mother and the small minds in the small town suggests that the opposite of right is not wrong; the opposite of right is lying. In its fierceness and its joyfulness, "In One Person" has the feeling of "The World According to Garp." (Even the lisp is back - remember Alice in "Garp"?) Miss Frost is analogous not to the earlier book's resident transsexual, Roberta, but to T. S. Garp's eccentric self-determining mother, Jenny Fields. The school world is here, the voyage of self-discovery to Europe, the return to the small town, Ulysses-like, after long wanderings. What's not here is any biological woman we can get interested in. Elaine is tame. Aunts and mothers are hysterical. Billy's cousin Gerry is a terrifying lesbian. Kittredge's mother is a child abuser. The best women are, or were, men. Ah well. You can't have everything in one book. "In One Person" gives a lot. It's funny, as you would expect. It's risky in what it exposes; Billy the boy, cast as the ungendered sprite Ariel in "The Tempest," returns as a man to direct "Romeo and Juliet" - an unswervingly heterosexual play, except of course that in Shakespeare's day Juliet would have been played by a boy. (A "nymph," as Kittredge used to call Billy.) Now Billy turns to Kittredge's angry, searching son, who accuses Billy at 68 of being not "natural," not "normal." Billy's reply echoes the warning Miss Frost gave him years before: "Don't make me a category before you get to know me." Tolerance, in a John Irving novel, is not about anything goes. It's what happens when we face our own desires honestly, whether we act on them or not. Desire and its defiant disruptions of the soul are as central to Irving's work as lost fathers. Jeanette Winterson's most recent book is the memoir "Why Be Happy When You Could Be Normal?"

Copyright (c) The New York Times Company [May 13, 2012]

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Review by Booklist Review

*Starred Review* Much of Irving's thirteenth novel is piquantly charming, crisply funny, and let-your-guard-down madcap in the classic mode of a Frank Capra or Billy Wilder film. This shrewdly frolicsome ambience is tied to the amateur theatrical productions that provide the primary source of entertainment in mid-twentieth-century First Sister, Vermont, a no-place-to-hide yet nonetheless secretive small town sporting a private boy's prep school. Here lives young, fatherless Billy, whose lumberman-by-day, actor-by-night Grandpa Harry plays women's roles with baffling authenticity. By the time Billy turns 13, he realizes that something sets him apart beyond his speech impediment and determination to become a writer, namely his crushes on the wrong people, including his future stepfather, teacher and Shakespeare scholar Richard, and Miss Frost, the tall, strong librarian who eventually proves to be the key to the truth about Billy's bisexuality and his biological father. Storytelling wizard that he is, Irving revitalizes his signature motifs (New England life, wrestling, praising great writers, forbidden sex) while animating a glorious cast of misfit characters within a complicated plot. A mesmerizing, gracefully maturing narrator, Billy navigates fraught relationships with men and women and witnesses the horrors of the AIDS epidemic. Ever the fearless writer of conscience calling on readers to be open-minded, Irving performs a sweetly audacious, at times elegiac, celebration of human sexuality. HIGH-DEMAND BACKSTORY: Irving is always a huge draw, and this sexually daring and compassionate tale, which harks back to the book that made him famous, The World according to Garp (1978), will garner intense media attention.--Seaman, Donna Copyright 2010 Booklist

From Booklist, Copyright (c) American Library Association. Used with permission.

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Review by Publisher's Weekly Review

Prep school. Wrestling. Unconventional sexual practices. Viennese interlude. This bill of particulars could only fit one American author: John Irving. His 13th novel (after Last Night in Twisted River) tells the oftentimes outrageous story of bisexual novelist Billy Abbott, who comes of age in the uptight 1950s and explores his sexuality through two decadent decades into the plague-ridden 1980s and finally to a more positive present day. Sexual confusion sets in early for Billy, simultaneously attracted to both the local female librarian and golden boy wrestler Jacques Kittredge, who treats Billy with the same disdain he shows Billy's best friend (and occasional lover) Elaine. Faced with an unsympathetic mother and an absent father who might have been gay, Billy travels to Europe, where he has affairs with a transgendered female and an older male poet, an early AIDS activist. Irving's take on the AIDS epidemic in New York is not totally persuasive (not enough confusion, terror, or anger), and his fractured time and place doesn't allow him to generate the melodramatic string of incidents that his novels are famous for. In the end, sexual secrets abound in this novel, which intermittently touches the heart as it fitfully illuminates the mutability of human desire. Agent: Dean Cooke, the Cooke Agency. (May) (c) Copyright PWxyz, LLC. All rights reserved.

(c) Copyright PWxyz, LLC. All rights reserved

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Review by Library Journal Review

Irving's latest novel is not only politically and sexually charged, it offers much fodder for scholars exploring his common themes and motifs: wrestling, bear-like beings, outsiders, aspiring writers, and more. This coming-of-age tale unfurls through an older man's eyes as he reflects upon his tormented adolescent desires and the path they led him through in the age of AIDS, LGBT struggles, and his own realizations about sexuality and sexual identity. The "sexual suspect" concept Irving employed in The World According to Garp is embodied in the bisexual narrator, Billy, and explored in fuller, more graphic terms. The novel often moves slowly and with much repetition in a narrative web that captures other characters who challenge and forge the young man. VERDICT Irving's use of other writers-Shakespeare, James Baldwin, and Henrik Ibsen, among others-makes this a literary and theatrical journey as well. John Benjamin Hickey's reading is strong and assured. Recommended for adult and mature audiences. ["This wonderful blend of thought-provoking, well-constructed, and meaningful writing is what one has come to expect of Irving, and it also makes for an enjoyable page-turner," read the review of the S. & S. hc, LJ 3/15/12.-Ed.]-Joyce Kessel, Villa Maria Coll., Buffalo (c) Copyright 2012. Library Journals LLC, a wholly owned subsidiary of Media Source, Inc. No redistribution permitted.

(c) Copyright Library Journals LLC, a wholly owned subsidiary of Media Source, Inc. No redistribution permitted.

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Review by Kirkus Book Review

Billy Dean (aka Billy Abbott) has a difficult time holding it together in one person, for his bisexuality pulls him in (obviously) two different directions. Billy comes of age in what is frequently, and erroneously, billed as a halcyon and more innocent age, the 1950s. The object of his first love--or at least his first "sexual awakening"-- is Miss Frost, the librarian at the municipal library in the small town of First Sister, Vt. While Miss Frost's small breasts and large hands might have been a tip-off--and the fact that in a previous life she had been known as Al Frost--Billy doesn't quite get it until several years later, when the librarian seduces him. At almost the same time he becomes aware of Miss Frost as an erotic object, he develops an adolescent attraction to Jacques Kittredge, athlete and general Golden Boy at the academy they attend. And Billy also starts to have conflicted feelings toward Elaine, daughter of a voice teacher attached to the academy. (As Irving moves back and forth over the different phases of Billy's sexual life, we find he later consummates, but not happily, his relationship with Elaine.) We also learn of Billy's homoerotic relationships with Tom, a college friend, and with Larry, a professor Billy had studied with overseas. And all of these sexual attractions and compulsions play out against the background of Billy's unconventional family (his grandfather was known for his convincing portrayals of Shakespeare heroines--and he began to dress these parts offstage as well) and local productions of Shakespeare and Ibsen. Woody Allen's bon mot about bisexuality is that it doubled one's chances for a date, but in this novel Irving explores in his usual discursive style some of the more serious and exhaustive consequences of Allen's one-liner. ]] Copyright Kirkus Reviews, used with permission.

Copyright (c) Kirkus Reviews, used with permission.

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I'm going to begin by telling you about Miss Frost. While I say to everyone that I became a writer because I read a certain novel by Charles Dickens at the formative age of fifteen, the truth is I was younger than that when I first met Miss Frost and imagined having sex with her, and this moment of my sexual awakening also marked the fitful birth of my imagination. We are formed by what we desire. In less than a minute of excited, secretive longing, I desired to become a writer and to have sex with Miss Frost--not necessarily in that order. I met Miss Frost in a library. I like libraries, though I have difficulty pronouncing the word--both the plural and the singular. It seems there are certain words I have considerable trouble pronouncing: nouns, for the most part--people, places, and things that have caused me preternatural excitement, irresolvable conflict, or utter panic. Well, that is the opinion of various voice teachers and speech therapists and psychiatrists who've treated me--alas, without success. In elementary school, I was held back a grade due to "severe speech impairments"--an overstatement. I'm now in my late sixties, almost seventy; I've ceased to be interested in the cause of my mispronunciations. (Not to put too fine a point on it, but fuck the etiology.) I don't even try to say the etiology word, but I can manage to struggle through a comprehensible mispronunciation of library or libraries --the botched word emerging as an unknown fruit. ("Liberry," or "liberries," I say--the way children do.) It's all the more ironic that my first library was undistinguished. This was the public library in the small town of First Sister, Vermont--a compact red-brick building on the same street where my grandparents lived. I lived in their house on River Street--until I was fifteen, when my mom remarried. My mother met my stepfather in a play. The town's amateur theatrical society was called the First Sister Players; for as far back as I can remember, I saw all the plays in our town's little theater. My mom was the prompter--if you forgot your lines, she told you what to say. (It being an amateur theater, there were a lot of forgotten lines.) For years, I thought the prompter was one of the actors--someone mysteriously offstage, and not in costume, but a necessary contributor to the dialogue. My stepfather was a new actor in the First Sister Players when my mother met him. He had come to town to teach at Favorite River Academy--the almost-prestigious private school, which was then all boys. For much of my young life (most certainly, by the time I was ten or eleven), I must have known that eventually, when I was "old enough," I would go to the academy. There was a more modern and better-lit library at the prep school, but the public library in the town of First Sister was my first library, and the librarian there was my first librarian. (Incidentally, I've never had any trouble saying the librarian word.) Needless to say, Miss Frost was a more memorable experience than the library. Inexcusably, it was long after meeting her that I learned her first name. Everyone called her Miss Frost, and she seemed to me to be my mom's age--or a little younger--when I belatedly got my first library card and met her. My aunt, a most imperious person, had told me that Miss Frost " used to be very good-looking," but it was impossible for me to imagine that Miss Frost could ever have been better-looking than she was when I met her--notwithstanding that, even as a kid, all I did was imagine things. My aunt claimed that the available men in the town used to fall all over themselves when they met Miss Frost. When one of them got up the nerve to introduce himself--to actually tell Miss Frost his name--the then-beautiful librarian would look at him coldly and icily say, "My name is Miss Frost. Never been married, never want to be." With that attitude, Miss Frost was still unmarried when I met her; inconceivably, to me, the available men in the town of First Sister had long stopped introducing themselves to her. THE CRUCIAL DICKENS NOVEL THE one that made me want to be a writer, or so I'm always saying--was Great Expectations . I'm sure I was fifteen, both when I first read it and when I first re read it. I know this was before I began to attend the academy, because I got the book from the First Sister town library--twice. I won't forget the day I showed up at the library to take that book out a second time; I'd never wanted to reread an entire novel before. Miss Frost gave me a penetrating look. At the time, I doubt I was as tall as her shoulders. "Miss Frost was once what they call 'statuesque,'" my aunt had told me, as if even Miss Frost's height and shape existed only in the past. (She was forever statuesque to me.) Miss Frost was a woman with an erect posture and broad shoulders, though it was chiefly her small but pretty breasts that got my attention. In seeming contrast to her mannish size and obvious physical strength, Miss Frost's breasts had a newly developed appearance--the improbable but budding look of a young girl's. I couldn't understand how it was possible for an older woman to have achieved this look, but surely her breasts had seized the imagination of every teenage boy who'd encountered her, or so I believed when I met her--when was it?--in 1955. Furthermore, you must understand that Miss Frost never dressed suggestively, at least not in the imposed silence of the forlorn First Sister Public Library; day or night, no matter the hour, there was scarcely anyone there. I had overheard my imperious aunt say (to my mother): "Miss Frost is past an age where training bras suffice." At thirteen, I'd taken this to mean that--in my judgmental aunt's opinion--Miss Frost's bras were all wrong for her breasts, or vice versa. I thought not ! And the entire time I was internally agonizing over my and my aunt's different fixations with Miss Frost's breasts, the daunting librarian went on giving me the aforementioned penetrating look. I'd met her at thirteen; at this intimidating moment, I was fifteen, but given the invasiveness of Miss Frost's long, lingering stare, it felt like a two-year penetrating look to me. Finally she said, in regard to my wanting to read Great Expectations again, "You've already read this one, William." "Yes, I loved it," I told her--this in lieu of blurting out, as I almost did, that I loved her. She was austerely formal--the first person to unfailingly address me as William . I was always called Bill, or Billy, by my family and friends. I wanted to see Miss Frost wearing only her bra, which (in my interfering aunt's view) offered insufficient restraint. Yet, in lieu of blurting out such an indiscretion as that , I said: "I want to reread Great Expectations ." (Not a word about my premonition that Miss Frost had made an impression on me that would be no less devastating than the one that Estella makes on poor Pip.) So soon?" Miss Frost asked. "You read Great Expectations only a month ago!" "I can't wait to reread it," I said. "There are a lot of books by Charles Dickens," Miss Frost told me. "You should try a different one, William." "Oh, I will," I assured her, "but first I want to re read this one." Miss Frost's second reference to me as William had given me an instant erection--though, at fifteen, I had a small penis and a laughably disappointing hard-on. (Suffice it to say, Miss Frost was in no danger of noticing that I had an erection.) My all-knowing aunt had told my mother I was underdeveloped for my age. Naturally, my aunt had meant "underdeveloped" in other (or in all) ways; to my knowledge, she'd not seen my penis since I'd been an infant--if then. I'm sure I'll have more to say about the penis word. For now, it's enough that you know I have extreme difficulty pronouncing "penis," which in my tortured utterance emerges--when I can manage to give voice to it at all--as "penith." This rhymes with "zenith," if you're wondering. (I go to great lengths to avoid the plural.) In any case, Miss Frost knew nothing of my sexual anguish while I was attempting to check out Great Expectations a second time. In fact, Miss Frost gave me the impression that, with so many books in the library, it was an immoral waste of time to reread any of them. "What's so special about Great Expectations ?" she asked me. She was the first person I told that I wanted to be a writer "because of" Great Expectations , but it was really because of her . "You want to be a writer !" Miss Frost exclaimed; she didn't sound happy about it. (Years later, I would wonder if Miss Frost might have expressed indignation at the sodomizer word had I suggested that as a profession.) "Yes, a writer--I think so," I said to her. "You can't possibly know that you're going to be a writer !" Miss Frost said. "It's not a career choice." She was certainly right about that, but I didn't know it at the time. And I wasn't pleading with her only so she would let me reread Great Expectations ; my pleas were especially ardent, in part, because the more exasperated Miss Frost became with me, the more I appreciated the sudden intake of her breath--not to mention the resultant rise and fall of her surprisingly girlish breasts. Excerpted from In One Person by John Irving All rights reserved by the original copyright owners. 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