Paula

Isabel Allende

Book - 1996

Autobiography of the author written for her daughter, Paula, who has slipped into a coma.

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SPANISH/BIOGRAPHY/Allende, Isabel
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Subjects
Published
New York, NY : HarperLibros 1996.
Language
Spanish
Main Author
Isabel Allende (-)
Edition
1. ed. en rústica
Physical Description
366 p. ; 20 cm
ISBN
9780060927202
Contents unavailable.

Paula SPA Capítulo Uno Diciembre 1991-Mayo 1992 Escucha, Paula, voy a contarte una historia, para que cuando despiertes no estés tan perdida. La leyenda familiar comienza a principios del siglo pasado, cuando un fornido marinero vasco desembarcó en las costas de Chile, con la cabeza perdida en proyectos de grandeza y protegido por el relicario de su madre colgado al cuello, Pero para qué ir tan atrás, basta decir que su descendencia fue una estirpe de mujeres impetuosas y hombres de brazos firmes Para el trabajo y corazón sentimental. Algunos de carácter irascible murieron echando espumarajos por la boca, pero tal vez la causa no fue rabia, como señalaron las malas lenguas, sino alguna peste local. Compraron tierras fétiles en las cercanías de la capital que con el tiempo aumentaron de valor, se refinaron, levantaron mansiones señoriales con parques y arboledas, casaron a sus hijas con criollos ricos, educaron a los hijos en severos colegios religiosos, y así con el correr de los años se integraron a una orgullosa aristocracia de terratenientes que prevaleció por más de un siglo, hasta que el vendaval del modernismo la reemplazó en el poder por tecnócratas y comerciantes. Uno de ellos era mi abuelo. Nació en buena cuna, pero su padre murió temprano de un inexplicable escopetazo; nunca se divulgaron los detalles de lo ocurrido esa noche fatídica, quizás fue un duelo, una venganza o un accidente de amor, en todo caso, su familia quedó sin recursos Y. por ser el mayor, debió abandonar la escuela y buscar empleo para mantener a su madre y educar a sus hermanos menores. Mucho después, cuando se habia convertido en señor de fortuna ante quien los demás se quitaban el sombrero, me confesó que la peor pobreza es la de cuello y corbata, porque hay que disimularla. Se presentaba impecable con la ropa del padre ajustada a su tamaño, los cuellos tiesos y los trajes bien planchados para disimular el desgaste de la tela. Esa época de penurias le templó el carácter, creía que la existencia es sólo esfuerzo y trabajo, y que un hombre honorable no puede ir por este mundo sin ayudar al prójimo. Ya entonces tenía la expresón concentrada y la integridad que lo caracterizaron, estaba hecho del mismo material pétreo de sus antepasados y, como muchos de ellos, tenía los pies plantados en suelo firme, pero una parte de su alma escapaba hacia el abismo de los sueños. Por eso se enamoró de mi abuela, la menor de una familia de doce hermanos, todos locos excéntricos y deliciosos, como Teresa, a quien al final de su vida empezaron a brotarle alas de santa y cuando murió se secaron en una noche todos los rosáles del Parque japonés, o Ambrosio, gran rajadiablos y fornicador, que en sus momentos de generosidad se desnudaba en la calle para regalar su ropa a los pobres. Me crié oyendo comentarios sobre el talento de mi abuela para predecir el futuro, leer la mente ajena, dialogar con los animales y mover objetos con la mirada. Cuentan que una vez desplazó una mesa de billar por el salon, pero en verdad lo único que vi moverse en su presencia fue un azucarero insignificante, que a la hora del té solia deslizarse errático sobre la mesa. Esas facultades despertaban cierto recelo y a pesar del encanto de la muchacha los posibles pretendientes se acobardaban en su presencia; pero para mi abuelo la telepatía, y la telequinesia eran diversiones inocentes y de ninguna manera obstáculos serios para el matrimonio, sólo le preocupaba la diferencia de edad, ella era mucho menor y cuando la conoció todavia jugaba con muñecas y andaba abrazada a una almohadita rofiosa. De tanto verla como a una niña, no se dio cuenta de su pasión hasta que ella apareció un día con vestido largo y el cabello recogido y entonces la revelación de un amor gestado por años lo sumió en tal crisis de timidez que dejó de visitarla. Ella adivinó su estado de ánimo antes que é1 mismo pudiera desenredar la madeja de sus propios sentimientos y le mandó una carta, la primera de muchas que le escribiría en los momentos decisivos de sus vidas. No se trataba de una esquela perfumada tanteando terreno, sino de una breve nota a lápiz en papel de cuaderno preguntandole sin preámbulos si quería ser su marido y, en caso afirmativo, cuándo. Meses más tarde se llevó a cabo el matrimonio. La novia se presentó ante el altar como una visión de otras épocas, ataviada en encajes color marfil y con un desorden de azahares de cera enredados en el moño al verla é1 decidió que la amaría porfiadamente hasta el fin de sus días. Para mí esta pareja fueron siempre el Tata y la Memé. De sus hijos sólo mi madre interesa en esta historia, porque si empiezo a contar del resto de la tribu no terminamos nunca y además los que aún viven están muy lejos; así es el exilio, lanza a la gente a los cuatro vientos y después resulta muy difícil reunir a los dispersos. Mi madre nació entre dos guerras mundiales un día de Primavera en los años veinte, una niña sensible, incapaz de acompañar a sus hermanos en las córrerias por el ático de la casa cazando ratones Para guardarlos en frascos de formol. Creció protegida entre las paredes de su hogar y del colegio, entretenida en lecturas románticas y obras de caridad, con fama de ser la más bella que se había visto en esa familia de mujeres enigmáticas. Paula SPA . Copyright © by Isabel Allende. Reprinted by permission of HarperCollins Publishers, Inc. All rights reserved. Available now wherever books are sold. Excerpted from Paula by Isabel Allende All rights reserved by the original copyright owners. Excerpts are provided for display purposes only and may not be reproduced, reprinted or distributed without the written permission of the publisher.