Review by New York Times Review
Peter May is a writer I'd follow to the ends of the earth - which is where he takes us in THE BLACKHOUSE (Silver Oak, $24.95), the first novel in a projected trilogy featuring Detective Sergeant Finlay (Fin) Macleod of the Edinburgh police force. The setting is the windswept terrain of the Isle of Lewis, the northernmost of the Outer Hebrides, "a brooding landscape that in a moment of sunlight could be unexpectedly transformed." Not a pretty place to be romanticized, given its foul weather, stagnant economy, rampant alcoholism and high suicide rate, but a "godforsaken bloody place" that deserves respect and even awe. Macleod thought he'd escaped the island for good, but now he's been dispatched to his home village of Crobost to investigate a gruesome murder that resembles another case in Edinburgh. The sound of Gaelic, the smell of peat fires and the sight of old friends are enough to stir up memories: "He felt like a ghost haunting his own past, walking the streets of his childhood." Macleod promptly slips into uneasy recollections of everything and everyone he thought he'd left behind, safely dead and buried. May handles the split framework of this intricately plotted story by deftly adapting his style to the sensibility of the storyteller. There's a melancholy tone to the chapters that return to Macleod's lonely boyhood: the death of his parents that left him an orphan at a young age; the girl he loved from his first day at school and lost to his best friend; the schoolyard tormentors who made his life a misery; the dark yet joyful enchantment of the island and the sea. But the most bizarre episode from the past, one that could only end in tragedy, was the annual "guga harvest," a mass slaughter of seabirds on the barren nesting island of An Sgeir, observed by the locals as a male bonding ritual and thus a primitive rite of passage for adolescent boys. The tone is tougher in the present-day police procedural that has Macleod investigating the grisly killing of the village bully. His extensive interviews present a vital cross section of the island's eccentric inhabitants and force this native son to face some hard truths. "I know these people," Macleod admits. "I'm one of them." But his investigation also turns up some angry apparitions, sending him out in a fierce storm to the cliffs of An Sgeir for a thrilling showdown with a murderer. The first sound we hear in Reed Farrel Coleman's offbeat crime thriller, GUN CHURCH (Tyrus, $25.95), is the bitter voice of a writer whining that he has "outlived most of my money and all of my talent." So says Kip Weiler, a literary bad boy who flamed out on cocaine and fast living in the 1980s and has been reduced to teaching English to the "rural yahoos" at a community college in a depressed lumber and mining town. Kip eventually gets his writing mojo back, so there's no suspense there. What's interesting, in a creepy way, is the inspiration for his renewed creativity. When one of his students pulls out a gun (a Colt Python, "the Rolls-Royce of American handguns") and takes a shot at him in class, Kip becomes a hero by disarming the kid using a trick he learned from his research for a novel. That move, along with his (also researched) knowledge of guns, makes enough of an impression for two students to invite him into a cultish club where members hold metaphysical discussions on the nature of guns and . . . well, shoot at one another. As a hero, the self-loathing Kip can be trying. But Coleman puts enough mettle into his narrative voice ("As far as I could tell, the county's third-biggest export behind coal and lumber was black lung") to earn his redemption. Everybody's related to everybody else in THE BUZZARD TABLE (Grand Central, $25.99), one of Margaret Maron's smartly written mysteries set in Colleton County, a rural region of North Carolina that's home to the well-liked Judge Deborah Knott and all her kith and kin. Maron inserts chunks of family matters and local issues into what looks like a conventional mystery involving a missing ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿ ¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿ ¿ ¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿ ¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿
Copyright (c) The New York Times Company [November 18, 2012]
Review by Booklist Review
In the eighteenth Deborah Knott mystery, the North Carolina judge once again appears with Maron's other series lead, New York police detective Sigrid Harald, just as in Three-Day Town (2011). Sigrid has come to Cotton Grove with her award-winning photographer mother, Anne Lattimore Harald, to visit Sigrid's ailing grandmother. A passionate young protester arrested for attempting to photograph CIA flights out of the local Colleton County airport, a secretive ornithologist, and a promiscuous local realtor bludgeoned to death in one of her properties combine to keep the small-town judge and her sheriff husband, Dwight Bryant, hopping. When a pilot is murdered, and the FBI takes over the investigation, Sigrid offers her able assistance to Dwight to figure out exactly what international intrigue is taking place right in his own backyard. As always, Maron skillfully layers an absorbing plot with the doings of Deborah's large extended family and the domestic details of their semirural lifestyle. In addition, the contrast between Deborah, who is warm and caring, and Sigrid, who is reserved and cerebral, gives Maron's tale added depth.--Wilkinson, Joanne Copyright 2010 Booklist
From Booklist, Copyright (c) American Library Association. Used with permission.
Review by Publisher's Weekly Review
In Maron's intriguing 18th Deborah Knott mystery, the North Carolina judge teams with the author's other series lead, NYPD homicide detective Sigrid Harald, as she did in 2011's Agatha-winning Three-Day Town. When Sigrid and her mother, photojournalist Anne Lattimore Harald, travel to Cotton Grove, N.C., to visit Sigrid's ailing grandmother, Deborah enlists Anne to help a young photographer, Jeremy Harper, who has been sentenced for trespassing after he attempted to photograph CIA "rendition flights" from the Colleton County airstrip. Meanwhile, the disappearance of promiscuous realtor Rebecca Jowett, the strange activities of British ornithologist Martin Crawford (who's studying turkey vultures), and the murder of a pilot staying at a local hotel provide plenty of investigative grist for Deborah's police officer husband, Dwight Bryant, as well as for Sigrid. Maron successfully combines a look at family foibles and relationships with a series of moral choices that challenge the characters' sense of law and justice. Agent: Vicky Bijur, Vicky Bijur Literary. (Nov.) (c) Copyright PWxyz, LLC. All rights reserved.
(c) Copyright PWxyz, LLC. All rights reserved
Review by Library Journal Review
Maron (Three-Day Town) once again combines characters from two long-running series with the 18th in her mysteries featuring Judge Deborah Knott. Lt. Sigrid Herald and her mother, Anne, are in Cotton Grove to visit Sigrid's dying grandmother. While there, they meet a long-lost cousin who is supposedly researching and feeding vultures at a neighboring property. Anne is sure she recognizes him from an incident in Somalia, and after a young woman is murdered near his home, the mystery deepens. A troubled teen is also nearly murdered when he is observing airport traffic. Series readers will enjoy reuniting with Deborah's large extended family, as well as watching her relationship with her stepson develop. Veteran reader C.J. Critt's narration helps bring the characters to life. Verdict Recommended for Maron's many fans and for readers who enjoy ongoing mystery series with familiar casts of characters.-Mary Knapp, Madison P.L., WI (c) Copyright 2013. Library Journals LLC, a wholly owned subsidiary of Media Source, Inc. No redistribution permitted.
(c) Copyright Library Journals LLC, a wholly owned subsidiary of Media Source, Inc. No redistribution permitted.
Review by Kirkus Book Review
Every family has secrets. Some are even worth telling. Deborah Knott never admitted to her husband, Dwight, how she got her judgeship. Dwight never told her what happened in Germany when he was a Company man. And his son, Cal, fessed up to Deborah that he wanted to be adopted only after a pal ratted him out and she confronted him about it. But these little evasions pale in comparison to the big one that's motivated Martin Crawford to come to Colleton County, N.C., and settle in a tenant house owned by his ailing aunt, who's marshaling all her remaining Southern charm to entertain two other visiting relatives, NYPD Lt. Sigrid Harald and her mother, Anne, the Pulitzer Prizewinning photojournalist. Because Martin spends most of his time taking pictures of vultures--at least, that's what he says--he happens to be in the vicinity of the trash site where someone has dumped an all too promiscuous realtor. He also happens to be nearby when teenager Jeremy Harper is bashed into a coma. And unfortunately for Martin, he happens to have followed the vultures to the local airstrip, where he may have entered a pilot's motel room and snapped his neck. Is Martin responsible for all the mayhem, or are the attacks and murders unrelated? Sheriff's Deputy Dwight, with an assist from Sigrid, a memory that resurfaces for Anne and an alibi that disintegrates, finally assigns the right motives--jealousy and revenge--to the right persons, discomfiting a philandering husband and unsettling the FBI and the CIA. Maron (Three-Day Town, 2011, etc.) adroitly melds ugly American (open) government secrets with classic whodunit intrigue and stirs the pot by itemizing domestic travails that will touch readers' hearts.]] Copyright Kirkus Reviews, used with permission.
Copyright (c) Kirkus Reviews, used with permission.
