PREFACIO ES LA NOCHE inaugural de mi primera gira mundial. Era la primera vez que íbamos a hacer el show completo que habíamos planeado y trabajado por más de seis meses. Estoy en traje completo en los camerinos, con el elenco habitual. Me agacho para darle un beso a Emme y a Max antes de que mi madre los lleve a un lado del escenario para ver el comienzo del show. Esta iba a ser la primera vez que verían a su mamá en el escenario frente a miles y miles de personas. La última vez que estuve así en un escenario, ellos estaban en mi barriga. Mientras se alejan, Emme mira hacia atrás y se detiene. Me están poniendo en una plataforma de doce por doce pulgadas para subir al escenario. La enorme cola de plumas de mi vestido se derrama por encima de los bordes y ella me debe ver como si estuviera montada en una nube. Se ve nerviosa, pero emocionada. Yo estoy nerviosa, pero trato de controlar el miedo. Estoy a punto de ascender sesenta pies en el aire. Sé que es una locura, porque todo el equipo me está mirando con caras que dicen: Esto es una locura . Le levanto el pulgar al operador; él me devuelve el gesto... y sigo subiendo, desapareciendo entre las vigas del techo hasta que estoy detrás de una enorme pantalla de video, donde nadie puede verme. Emme mira hacia arriba, viéndome subir, subir y subir... Desde donde estoy, todo el mundo se ve como pequeñas hormigas en el suelo. Respiro hondo y pienso en el año pasado, en todo el trabajo duro y en las lecciones difíciles que me han llevado hasta este momento. Si me lo permito, podría sentir debilidad en las rodillas. Pero no lo hago. Me mantengo fuerte mientras la banda toca la espectacular introducción y el video aparece en la pantalla. Cuando la pantalla del video se divide, estoy parada allí, cien pies arriba del público, y la multitud se vuelve loca. Los reflectores me iluminan, y digo, en mi mejor voz de estrella de Hollywood: "HOLA, AMANTES". En este libro me acompañarás en el viaje físico y emocional que fue el año en que hice la primera gira mundial de mi carrera. El año que cambió mi vida. Cuando empecé a planear la gira, yo sabía que sería la oportunidad de hacer un show muy personal. Lo que no esperaba era la catarsis que me produciría. El proceso de organización de la gira y el hecho de cantar todas las noches para multitudes en todo el mundo me ayudó a volver a ser quien soy: una persona que canta, que baila, que expresa su esencia y se conecta con la gente a través de la música. Tantas veces quise abandonar la escritura de este libro porque sabía que sería un proceso difícil en el que tendría que reexaminar el pasado y revivir algunos de mis momentos más difíciles. Además, no quería ser malinterpretada. No quería que nada opacara la magnificencia y la magnitud de este gran viaje. Este libro no es un recuento detallado de ninguna de mis relaciones, famosas o no. No es un libro en el que "lo cuento todo", entonces espero que eso no sea lo que estabas esperando. Pero al final, estoy segura de que estarás de acuerdo conmigo, habrás recibido mucho más. Este libro es sobre una serie de patrones que vienen desde mi infancia. Esta es la historia de mi camino y lo que yo he aprendido. Es la historia de un viaje transformativo en el que enfrenté algunos de mis más grandes retos, superé algunos de mis mayores miedos y emergí más fuerte que nunca. Esta es la historia de cómo descubrí... el amor más verdadero de todos. Mi intención genuina y lo que espero lograr con este libro es que los demás puedan recurrir a las experiencias que cambiaron el curso de mi vida y encuentren aliento en el mantra que motivó las siguientes páginas: Vivirás. Amarás. Bailarás de nuevo ... Me despierto en la cama, sola. El silencio de mi habitación me recuerda el vacío de mi corazón. Fracasé en el amor: otra vez. Sólo que ahora, no soy sólo yo. No puedo parar de pensar que decepcioné a mis hermosos hijos, Max y Emme. Realmente quería que las cosas hubieran sido distintas. Por más sola que se siente esta cama, no me siento capaz de levantarme. TOCANDO FONDO TOCANDO FONDO Recuerdo el momento exacto en que todo cambió. Yo estaba en el desierto en las afueras de Los Ángeles, preparándome para una sesión de fotos. Era un hermoso día de julio de 2011, y Marc y yo acabábamos de celebrar el séptimo aniversario de nuestra boda. Alguien que me viera desde afuera, habría pensado que mi vida era maravillosa: tenía un marido y dos hijos hermosos, y mi carrera estaba en su punto más alto. Era jurado en American Idol , el programa número uno del planeta, y mi nuevo sencillo, "On the Floor", había sido número uno en todo el mundo. Como si fuera poco, la revista People me había nombrado la Mujer Más Hermosa del Mundo pocos meses antes. ¿Acaso mi vida podía ser mejor? Lo que la gente no sabía era que en realidad , mi vida no era tan perfecta. Mi relación se estaba desmoronando y me sentía aterrorizada. Y ahora estaba aquí en el desierto, siendo maquillada para una sesión de fotos para L'Oréal. Había hecho centenares de estas sesiones: te sientas en la silla, te arreglan el pelo y te maquillan, te pones frente a la cámara y haces lo tuyo. Pero este día no se sentía como cualquier otro día. Mi mente bullía mientras estaba allí sentada. El corazón se me quería salir del pecho y sentía que no podía respirar... Súbitamente me sentí consumida por el miedo y la ansiedad. ¿Qué me estaba pasando? Mi mamá, que vive en Nueva York y que estaba esa semana en California, fue conmigo al desierto ese día, y mi querido mánager, Benny Medina, también estaba allí. Como me encontraba en estado de pánico, salté de la silla y dije: Al final, aunque no lo quieras, la verdad encuentra la forma de aflorar. --¡Benny, me está pasando algo! Siento que me estoy volviendo loca. Benny, que ha vivido muchas cosas conmigo durante los quince años que hemos trabajado juntos y hemos sido amigos, me tomó de las manos. --Oye, ¿qué está pasando? ¿Qué sucede? --me preguntó. Mi madre también corrió a mi lado, con un aire de preocupación en su rostro. Todo lo que pude decir fue: --No sé. No me siento bien. Tengo miedo. Siento como si estuviera perdiendo la razón. Benny trató de calmarme y me dijo: --Estás bien, Jennifer, estás bien. Todo está bien. Desde el punto de vista de él, yo me veía perfectamente tranquila. Pero en verdad no lo estaba. Era uno de esos momentos en los que estás tan asustada que ni siquiera puedes gritar. Me sentía como si estuviera paralizada. Nosotros, como seres humanos, tenemos tendencia a ocultar nuestros sentimientos hasta que encuentran una manera de manifestarse. Tratamos de evitarlos hasta que no hay más espacio y aparecen burbujeando como una olla de agua hirviendo que se desborda. Y entonces, te queman y te asustan. Eso era lo que me estaba pasando. En medio de un torbellino de miedo y pánico, miré a Benny y a mi mamá y dije: --No creo que pueda seguir con Marc --y me solté a llorar. Por fin lo había dicho. Lo que temía más que cualquier cosa en el mundo. Lo que había tratado de no afrontar durante mucho tiempo. En el fondo, yo sabía que nada volvería a ser como antes. Me dejé caer en sus brazos y comencé a sollozar. Y al igual que la olla de agua hirviendo, una vez se desborda, la presión se libera y comienza a enfriarse. Todos esos pensamientos descabellados comenzaron a desaparecer, porque al fin había expresado el verdadero motivo de mi miedo y mi pánico. Yo sabía lo que significaba decir esas palabras en voz alta: el fin de mi matrimonio. El fin de nuestra familia. El fin del sueño por el que tanto había luchado. Y significaba más que eso. Significaba que iba a ser juzgada una vez más. Iba a ser ridiculizada, condenada y se burlarían de mí. Ya podía ver los titulares: "Jennifer Lopez se divorcia... ¡otra vez!", o "La mujer que lo tiene todo, ¡menos el amor!". Tenía tanto miedo de fracasar de nuevo, de ser observada por el mundo y de decepcionar a todos. De nuevo. Pero esta vez no era como cualquier otra. Era peor. Este divorcio no sólo nos afectaría a Marc y a mí. También afectaría a las dos bellas almitas que habíamos traído al mundo. La sola idea de hacerles daño a Max y Emme me tenía devastada. Tenía miedo de estar a punto de arruinar sus vidas, de que algún día se llenaran de resentimiento conmigo por no haber podido conservar mi matrimonio. Mientras me resistía a la idea de desintegrar mi familia, tuve que pensar en lo que sería lo mejor para mis hijos en el largo plazo, y me desesperaba al pensar en qué sería lo mejor para sus vidas. Sentía como si me estuvieran jalando desde dos lados opuestos, y es que esa era justamente la razón por la cual había tratado de no reconocer lo inevitable. No era capaz de admitir que este matrimonio había terminado. Pero al final, aunque no lo quieras, la verdad encuentra la manera de aflorar. Ese día en el desierto, con mi cerebro enloquecido tratando de negar la realidad, terminé tocando fondo. LA ESPERANZA DE UN DÍA MEJOR El día de Navidad de 2010 --siete meses antes de aquella sesión de fotos de L'Oréal-- nuestra casa estaba llena de gente. Marc y Emme y Max estaban allí, así como Ryan y Cristian, Arianna y Alex, los otros hijos de Marc, y también nuestros padres, hermanos, y amigos. Era el tipo de reunión navideña que siempre había querido: una velada larga y maravillosa con nuestra familia. La casa estaba llena de comida, regalos y risas. Éramos veinticuatro personas y esa tarde tuvimos una hermosa cena de Navidad. Obviamente, las cosas entre Marc y yo no eran perfectas; nuestro matrimonio nunca fue propiamente pacífico. Desde el principio, fue tumultuoso, apasionado y explosivo, pero también compartimos momentos muy llenadores y alegres. Teníamos problemas, claro, pero nos amábamos y lo estábamos intentando, y yo quería antes que nada tener una familia; esta familia. Así que estaba dispuesta a ignorar lo que no estuviera bien, por el mayor beneficio de preservarla. Pensé que esa Navidad era exactamente lo que yo deseaba. Pensé que por fin lo estábamos logrando, que todo iba bien, que valía la pena soportar las dificultades, porque de eso se trataba la vida. Se trataba de mantener nuestro matrimonio, de tener esa unidad en la familia, y de hacer este sueño realidad, costara lo que costara. Una parte de ese concepto sigue siendo cierto para mí hoy en día: la familia es lo más importante. Pero la siguiente Navidad, doce meses después, me desperté sola. Las únicas personas que estaban en casa eran Max, Emme, y mi prima Tiana, que había venido a acompañarme. Mi mamá y mis hermanas habían decidido pasar la Navidad en Nueva York, y me habían invitado a estar con ellas, pero no quise ir. Quería estar en mi casa, por más vacía que se sintiera. Lloré mucho esa Navidad, pero trataba de hacerlo sólo cuando no pudieran verme los niños. Cualquier pérdida se siente más en épocas navideñas, y yo la estaba sintiendo mucho. Sin embargo, mi papá, David, vino a la cena de Nochebuena, y también Benny, acompañado por su mamá. Así que con Emme, Max, y todos los demás, nuestra mesa estaba bastante llena, aunque no tanto como el año anterior. Lo que siempre recordaré de esa Navidad no es el llanto o la soledad, sino el brindis de Benny. Benny Medina es una leyenda por derecho propio. Es la inspiración original para el "Fresh Prince of Bel-Air", un tipo más grande que la vida que siempre se las arregla para que todos los que están a su alrededor se sientan especiales. Benny también es famoso entre sus amigos por sus "brindis Benny". Le encanta aprovechar cualquier ocasión para levantar la copa y contar una historia, pronunciar un discurso o decir una frase. Trabaja en esto: a veces puedes verlo tomando notas en su teléfono justo antes de levantarse para hablar. Así que cuando Benny alza su copa, sabes que estás a punto de escuchar algo especial. Y lo que dijo en esa cena no fue la excepción. Excerpted from Amor Verdadero by Jennifer Lopez All rights reserved by the original copyright owners. Excerpts are provided for display purposes only and may not be reproduced, reprinted or distributed without the written permission of the publisher.